martes, 27 de octubre de 2015

De los pasos

Mirna no respondió. En cambio, volvieron esos pasos, pequeñitos y arrastrados, que comenzaron a tomar vuelo para reverberar en la oscuridad del piso. La risa inquietaba. Era una de película, de las que se veían al borde de una butaca, y en ninguna de ellas había tenido esa sensación, ese abatimiento que le agarrotaba los huesos y los hacía temblar de frío. Centeno tomó aire, elevó las antorchas y avanzó en las sombras.