En esta
nueva versión suya, los recuerdos habían aflorado de un modo gradual,
permitiéndole adaptarse a su nueva condición cuasi amnésica.
Todo lo que
formaba parte de su nueva memoria le había aportado, hasta ese momento, algo
positivo, lo suficientemente grato para construir, para ascender peldaños, para
ir hacia arriba.
El descenso a los infiernos parecía asegurado. No era tan iluso como para creer que la memoria estaba formada de un
positivismo absoluto. Los saldos negativos entraban en los intersticios, se
filtraban como el agua, y formaban parte de la contabilidad; sobre todo, eran
los que tensaban las cuerdas del mundo: el fuego y la sombra; las
oscuridades eran mayores, y las luminiscencias, telarañas en la visión.
No hay comentarios:
Publicar un comentario